Toda taza de café proviene del fruto de una planta. En las fincas, las y los productores son responsables de comprender cómo es que factores como el clima, la altitud, y el suelo atribuyen cualidades específicas a sus cultivos. Desde el conocimiento transmitido por generaciones, hasta métodos experimentales innovadores, ellos dedican su vida a perfeccionar las técnicas que resultan en la producción de cafés extraordinarios: antes, durante, y después de la cosecha.

El café en verde llega a las manos de las personas que han completado extensos programas de entrenamiento para dominar el arte del tostado. Aplicando sus habilidades sensoriales y conocimientos de termodinámica y química del café, ellos tienen la responsabilidad de interpretar el potencial de las semillas y mantenerlo durante esta fase del proceso. Para lograrlo, mantienen una estrecha comunicación con los productores y con los baristas que transformarán la materia prima en el producto final. 

Al frente de la cadena de valor, los baristas han pulido no sólo sus habilidades de catación y preparación de bebidas con equipos especializados, sino también de servicio, hospitalidad, y comunicación. Están profundamente involucrados con el origen de cada café con el que trabajan, pudiendo así conservar la más alta calidad, y compartir la historia de cada taza con el consumidor final. 

El ciclo culmina con el consumidor que, al involucrarse y elegir activamente el café de especialidad, hace posible la operación comercial de toda la cadena. Al tomar decisiones informadas, ellos promueven prácticas que no sólo resultan en cafés de la más alta calidad, sino en transacciones honestas, transparentes, y sustentables. El café de especialidad trata, al final de cuentas, sobre mejorar la calidad de vida de todos quienes participan en él.