¿Qué tanto escuchamos realmente?

La música nos acompaña en cada rincón y en cada momento del día—queramos o no. Nos acostumbramos a ella como un ruido más en el fondo. Nos volvimos agentes pasivos en un mundo lleno de señales e información abrumadora para nuestros sentidos… no tiene por qué ser así.

Está en nuestras manos cultivar el hábito de escuchar activamente, de dirigir deliberadamente nuestra atención al mensaje que –entre ritmos y palabras– alguien nos ofrece; así es como honramos aquello que consideramos el regalo más valioso para nuestra especie: la capacidad de comunicarnos.

Deseamos compartir nuestra pasión por la música y el café, y así ofrecer a nuestros visitantes un santuario donde puedan –aún si es por poco tiempo– dejar atrás la presión del día y tomarse un momento para conectar con el presente.